El verano de 2021 lo podemos catalogar como el de la reactivación, el de la lucha por la supervivencia en un escenario complicado, el de reinventarse, el de darlo todo por seguir adelante. Tanto en el plano personal, empresarial, festivo, lúdico, pero también en el apartado cultural. En esas anda un emplazamiento como el Yacimiento de Ocuri, que necesita de sus visitantes para mantenerse vivo. Es imprescindible que esa época de cierre no se traduzca en abandono ya que, como por ejemplo hemos visto con el reloj del San Antonio, los momentos en los que no ha funcionado, es cuando ha sufrido un mayor deterioro.
El delegado de Cultura, José Manuel Fernández Rivera, hablaba de la reapertura, de la puesta en marcha donde, una de las principales características de la nueva normalidad es la limitación de aforo. Ello, y a las restricciones de movilidad que hemos sufrido (a veces locales y otras provinciales o autonómicas), se han unido al miedo de muchas personas por desplazarse, por realizar actividades por más seguridad que suponga un entorno al aire libre como el de Ocuri.
La pandemia no sólo ha afectado a la instalación en sí. También a aquellos que encuentran allí su modo de ganarse la vida o –más que su hobbie-, su pasión. Nos referimos a Antonio Mateos, quien gestiona la Venta, así como a los Romanos de Ubrique. Estos últimos han trabajado; por supuesto que han aprendido; y han superado el reto que tenían ante sí. También han perdido, sobre todo esos viajes, esa convivencia, ese contacto y esas relaciones que les da esta afición.
Todos estos agentes que tienen que ver con uno de los mayores patrimonios culturales de la localidad, sino el que más, no han perdido el tiempo y han trabajado en un reciclaje continuo y en una puesta a punto para que las condiciones, a la hora de la reapertura, sean inmejorables. También se ha intervenido, fundamentalmente en la zona anexa al centro de recepción de visitantes, donde se ha creado un auditorio con un pequeño anfiteatro que permite representaciones con una muestra de público que nos sigue recordando que cualquier tiempo pasado fue mejor pero que sacia a todos las ganas. La reactivación de la cultura ayuda a cuerpo y mente a sobrellevar este tiempo y a ir mejorando paulatinamente un ambiente que es el lógico (e ideal por otra parte) en estos tiempos: respeto sí; miedo no.
El aforo limitado a 15 personas en el propio yacimiento hacía que la presencia de unos 8-10 romanos dejara espacio a sólo 5-7 visitantes por lo que las representaciones eran inviables. Diciembre fue el punto de inflexión y el inicio a una serie de eventos en los que hubo que darle una vuelta de tuerca a la imaginación y donde la obra del auditorio posibilitó que los Romanos de Ubrique volvieran a su escenario, aunque no el natural.
Por parte del Ayuntamiento también se sigue trabajando por dotar de contenido nuestro yacimiento. Un indicador de que se hace en el sentido correcto es la buena aceptación de todas estas que, debido a las limitaciones de aforo, provocan que muchos vecinos o turistas se tengan que quedar fuera. En algunas, como el observatorio de estrellas, han desdoblado la programación.
Esta buena repercusión y estas ganas que se palpan han motivado que Antonio Mateos retome esos ‘Jueves en Ocuri’ que tan bien funcionaron en su día y que de nuevo están recuperando esa magia que te da un lugar sin parangón y un ambiente inmejorable. El encargado de regentar este establecimiento lo tiene claro cuando le preguntamos por qué ha decidido volver a quebrarse la cabeza para confeccionar una programación de este tipo para este 2021: las ganas. Las suyas (también motivadas por cuestiones económicas), las del público en general, y la de los artistas, en este caso locales ya que Antonio Mateos ha decidido apostar por los ubriqueños y prestarles así la ayuda que está en su mano.
El buen funcionamiento del yacimiento antes de marzo de 2020 y la puesta en marcha del engranaje productivo que lo compone está en manos de todos ellos y en su simbiosis. Es una representación fidedigna del tejido asociativo que existe en Ubrique. De la gente buena (válida) y de la buena gente que hace que, para bien o para mal, seamos lo que somos a día de hoy.
Decíamos al inicio que el Yacimiento de Ocuri necesita de sus visitantes para mantenerse vivo. También de todas estas mejoras a nivel de infraestructuras y servicios. Y como no, de aquellos que lo ponen en valor de uno u otro modo y dotan a esta parte de nuestra Historia de actividades a su altura. Pero no podemos obviar su (esperemos) más que inminente declaración como Bien de Interés Cultural. El trabajo ya está hecho, tal y como reconocía incluso en su última visita, la delegada de Cultura de la Junta de Andalucía, Mercedes Colombo. En sus manos –o en su firma mejor dicho-, queda un nombramiento que supondrá un impulso de consideraciones desconocidas para el ciudadano medio. Y es que esa declaración como BIC supondrá, además del prestigio, el punto de partida para una serie de actuaciones que nos acercarán más a nuestro pasado, a entender la Historia y, consecuentemente, entendernos mejor a nosotros mismos.